Ahora se encuentra en recuperación.
Verónica Huerta/AVC
Xalapa
Con la voz pausada por el cansancio, Mary relata los últimos siete días de su vida, desde que dio positivo a la prueba de Covid- 19. Explica los síntomas: la fiebre de más de 40 grados, las convulsiones, el dolor de cabeza. El peor para ella, es el agotamiento extremo, la hace sentir desesperada, vulnerable.
“Sientes que el espíritu se quiebra”, confiesa, por eso recomienda tener cerca a la familia, para tener ayuda, amor y paciencia, de lo contrario el final puede ser fatal, advierte.
El primero de su familia con síntomas de coronavirus fue su hijo de 10 años, le siguió su esposo, y el 20 de mayo le confirmaron la prueba, la advertencia fue no ir al hospital porque es un foco de infección.
Mary de oficio estilista tiene 50 años, llegó apenas hace seis meses junto a su esposo y dos hijos a vivir al Puerto de Veracruz, la zona epicentro de la pandemia en el estado, con 1,360 casos positivos y 129 defunciones.
“A mi esposo le dijeron que me metiera a bañar y me diera una tableta de aspirina en un té, un gramo de paracetamol, bájale la temperatura, que tome hidróxido de cloro”, le recomendó una enfermera amiga de la familia.
NO QUISO IR A HOSPITAL
Ellos siguieron las recomendaciones, porque ir al hospital significaba quizá no volver a ver a Mary.
Los primeros días de la enfermedad, Mary sentía desesperación, estaba bien y 15 minutos después la temperarura se elevaba a 40 grados, venía el cansancio, la fatiga y las convulsiones: “Eso te quiebra el espíritu, te sientes muy, muy mal, y empiezas a tener mucha desesperación”.
LOS DÍAS MÁS HORRIBLES DE LA VIDA
“Pase los primeros cinco días más horribles de mi vida, los síntomas no son solo la tos y la falta de aire, eso es lo último cuando ya el bicho hizo todo. Los primeros días te convulsionas, los ojos se ponen rojos como si fuera conjuntivitis, y un cansancio que no puedes levantarte de la cama”, relata.
Al lado de su cama tiene una biblia, por las noches, su esposo lee y canta alabanzas a Dios aprendidas en la iglesia Cristiana, sin eso, Mary cree que no habría superado las noches de desesperación.
MATA EL ESPÍRITU
“Yo lloraba, mi esposo me abrazaba, y me dijo: Vamos a orar, y se puso a cantar alabanzas, me levantaba el espíritu, porque ese es otro síntoma que no dicen, el bicho quiebra el espíritu, por eso mucha gente se avienta de la azotea de los hospitales y se está matando”, narra.
Estos últimos días, la enfermedad la ha hecho experimentar síntomas como la pérdida del gusto y el olfato, pero alerta: hay otras características del Covid-19, iguales a otras enfermedades como : tifoidea, salmonelosis, gripe, por la fiebre, la diarrea y el dolor de cabeza.
FALTA DE EMPATÍA
Mary lamenta la falta de empatía de las familias hacia los enfermos de Covid-19, le duele la falta de compasión: “A la gente le da miedo y lleva a sus familiares a los hospitales, porque es muy fácil echar culpas, pero nadie quiere agarrar el toro por los cuernos, el miedo es terrible, por eso dicen, el Covid se vuelve más fuerte con el miedo”.
Quiere contar su testimonio para que la gente se cuide de la enfermedad y da consejos ahora que ella casi la ha superado, aunque la decisión haya inconformado a su familia.
Una de las llamadas de reclamo, fue la de su hermana, a quién no le pareció que Mary decidiera hacer pública su enfermedad. Desde entonces no ha hablado con ella, "ni una llamada por teléfono para saber cómo estoy".
Mary dice que el cariño de la familia es primordial para salvarse del virus, pues las atenciones y cuidados que le dio su esposo, fue lo que la animó a salir adelante.
“Lo que no le han explicado a la gente es que si te da una gripa en este momento de la epidemia, se va a mimetizar con el COVID, y se va a potencializar a la mil potencia; si te da tifoidea se va a mimetizar con el COVID, tienes que cuidarte”.