
Río Pixquiac se resume a piedras
Disminuye la producción de trucha en la región.
Williams Cortez
Tlalnelhuayocan
“Por el río Pixquiac dejó de correr agua, ahora corren piedras”. Con esa frase los productores de trucha de Rancho Viejo describen la situación que los aqueja desde hace varios meses debido a la falta de agua en el citado afluente.
Y es que la temporada de sequías y falta de lluvias tienen a punto de la extinción a la cuenca de este río que cruza gran parte del bosque de niebla.
El nacimiento del Pixquiac se ubica en la ladera Este del volcán Cofre de Perote, de él se abastecen de agua potable los municipios de Tlalnelhuayocan, Banderilla, Emiliano Zapata y Xalapa.
Por estos días es posible caminar en varios tramos de suelo seco por donde solía discurrir el agua del río, entre las piedras lisas, los troncos y ramas que de tan secas parecen leña. A la altura de La Pitaya y Zoncuantla el río luce completamente seco.
Dicha situación ha afectado a la población de Tlalnelhuayocan, incluidos los sectores campesinos y los trucheros, cuya actividad requiere de agua del río.
Ante el desabasto de agua, en la Granja Vega de Las Hayas tuvieron que disminuir de tres mil a mil las truchas distribuidas en los tres estanques de que dispone. También lo han hecho las otras 33 granjas de truchas que hay en este municipio, ubicado a escasos 15 minutos de Xalapa viajando en automóvil.
OXIGENACIÓN DEL AGUA
La bióloga Gabriela Rodríguez Parissi explicó que la disminución del volumen de agua deriva en la disminución del oxígeno en los estanques de truchas.
Y es que, para vivir y reproducirse, ese tipo de pescados requieren de aguas frías, limpias y oxigenadas, a una temperatura de entre los 12 y 18 grados centígrados, pues a partir de los 22 grados comienza a presentar problemas de salud e incluso morir debido a la falta de oxigenación adecuada.
“Cuando las temperaturas del agua se elevan, el oxígeno se libera más fácilmente del agua, entonces no hay el oxígeno suficiente para la trucha, se estresa y empieza a sufrir enfermedades o de plano se muere por ahogamiento”, detalló durante entrevista.
De este modo, la también gerente en Sistema Producto Trucha del Estado de Veracruz reconoció que la problemática para las granjas o criaderos de trucha se agravó este año debido a la disminución del volumen de agua proveniente del río Pixquiac que pasa por los estanques.
Entre las opciones que se han presentado a los trucheros para mitigar su problema está la instalación de bombas para recircular el agua.
CADENA PRODUCTIVA QUE GENERA EMPLEOS
En tanto, Jesús Alcázar Márquez, representante del Sistema Trucha Nacional, informó que hasta el año 2012, en Veracruz había cerca de 500 granjas o unidades de producción, lamentablemente, en los últimos siete años desapareció la mitad, quedando 240, en las cuales se produce 870 toneladas de trucha al año.
Las 240 unidades de producción se distribuyen en las regiones de Huayacocotla, Pico de Orizaba y Cofre de Perote.
En Tlalnelhuayocan existen 34 productores y 25 restaurantes que permiten emplear entre 10 y 15 personas. De manera indirecta, los criaderos de trucha benefician a los vendedores de alimentos y crías, a los asistentes técnicos y además impulsa el turismo y el ecoturismo.
Jesús Alcázar lamentó que a pesar de la rentabilidad de la trucha, dicha cadena productiva fue excluida de los planes de desarrollo estatal y de los municipios, y por lo tanto carezca de lineamientos para su atención dentro de la acuacultura.
También dijo que el año 2019 ha sido de los más complicados para los productores de trucha, pues, además de la problemática ambiental, el cambio de gobierno en la Federación y el Estado ha dificultado la atención gubernamental.
“Actualmente tenemos una problemática de estiaje que ahorita se está alargando cada vez más y nos está pegando la falta de apoyo, tanto de la sociedad como de los municipios y áreas de gobierno”.
Sostuvo que se trata de una cadena productiva bondadosa con el medio ambiente, pues el agua que se utiliza en los estanques no se contamina ni se capta, solo se desvía temporalmente para luego desembocar al mismo río.
EL RÍO MERMÓ
En la Granja Vega de Las Hayas, iniciada hace 25 años, se vende el kilo de trucha fresca en 100 pesos y una trucha preparada en 110 o 115 pesos.
Allí trabaja el señor Gregorio Amador Hernández Martínez, quien recordó que hace unos 40 años en el río Pixquiac se presentaban “crecientes de agua tremendas”, llegando a varios metros de profundidad y corrientes de gran fuerza que lo hacían desbordarse.
La situación actual nada tiene que ver, pues desde diciembre pasado comenzó a “mermar” el nivel del río hasta “quedarse en las piedras”.
De acuerdo con Gregorio Amador, este es el peor año que han vivido en la región, en donde la falta de lluvias y las temperaturas de hasta 34 y 35 grados han generado condiciones adversas para los trucheros.
Dijo que “llovió en Semana Santa y luego el día 15 de mayo, y hasta ahorita no ha llovido, el río está muy seco y la siembra de maíz y plantas frutales también está siendo afectada, las plantas están marchitas. El río está muy abajo, nada más llega una poquita de agua hasta ahí y ya más abajo ya no hay nada. Las lluvias ya no son como primero y el río ya no se alimenta como antes, ahora aumenta poco a poco”.
De ahí que alertó que en caso de continuar por más semanas la escasez de agua en el afluente, se pone en peligro la continuación de los criaderos de trucha.
UNA EXPLICACIÓN
Tajín Fuentes, vecino de la localidad de Rancho Viejo y colaborador de la Asociación Civil Sendas, consideró que en la cuenca hidrológica del Pixquiac se presentan dos problemas: los efectos del cambio de clima y las sequías que año con año han arreciado. Con el primero de ellos se ha alterado la distribución del agua, apuntó.
“De acuerdo con diversos estudios científicos, no ha disminuido el agua de lluvia, sino que esta se distribuye de manera distinta: actualmente se presentan sequías en las que se agrava el problema de escasez de agua en las ciudades y el campo, y luego se presenta la temporada de lluvias desastrosas, cuando debido a la gran cantidad de agua que cae, se provocan inundaciones y desastres naturales”.
También recordó que el problema no es privativo del río Pixquiac, pues se presenta en toda la región, el país, incluso otras partes del planeta.
“En el cambio climático hay que entender que los especialistas nacionales e internacionales están enfrentando una situación nueva a la cual ellos intentan determinar escenarios a partir de modelos matemáticos; es decir, nadie puede asegurar a ciencia cierta cómo va a ser el clima en los próximos años”.
NECESARIO ADAPTARSE
Por ello dijo que a nivel mundial y en México se requiere aplicar “medidas de adaptación” al cambio climático tanto en ciudades como en el campo.
Por cuanto hace a los trucheros de Tlalnelhuayocan, consideró que podrían cambiar el tipo de especie que crían, sustituyendo la trucha por carpas que pueden vivir en temperaturas más elevadas.
“El río está casi agonizando y cuando llega al punto en que el flujo es muy bajo y se corta la corriente ya presenta niveles críticos para los peces y toda la biodiversidad, los organismos que viven en torno al río empiezan a tener severos problemas para sobrevivir y reproducirse”.
Dice que además de los humanos, la falta de agua en el río está afectando la vida de una especie local nativa de trucha –distinta a la que se cultiva en los estanques–, a las pequeñas acamayas que allí habitan, lo mismo que los anfibios y diversas aves y ardillas que habitan en el bosque de niebla propio de la región.

