21 de Diciembre de 2025
Director Editorial Lic. Rafael Melendez | Director General - Dr. Rubén Pabello Rojas

Trabajo doméstico es una carga invisible que llevan las mujeres

 

 

 

 

Repercute en materia económica.

ANA ALICIA OSORIO/AVC

VERACRUZ

Alicia González se levanta antes de las 7:00 de la mañana, hace desayuno para su familia, limpia su casa y a veces apoya a sus hijas. Después se va a su otro trabajo, por el que sí obtiene ingresos. Durante nueve horas hace labores distintas a las su casa, en la venta de una papelería.

Algún tiempo, la inexperiencia en el sector laboral y su edad la llevaron a trabajar en la limpieza de ese mismo sitio, donde hacía exactamente las mismas tareas que en su casa pero en un lugar ajeno. Ahora las obligaciones del trabajo fuera de casa han cambiado, pero el de adentro no. Cuando termina su jornada, lejos de llegar a descansar, da de cenar, deja listo el lonche para ella y su esposo, lava trastes y limpia, revisa las listas del súper. Se trata de un trabajo completo, pero desconoce  cuántas horas le invierte y mucho menos tiene un horario de salida cuando pueda poner fin a las actividades.

Si a ella le pagaran por la limpieza que realiza en su propia casa y por verificar que ni a ella, a sus hijos ni a su esposo les falte la comida en la mesa o los insumos básicos en la despensa, debería ganar cuando menos el doble de los 4 mil pesos al mes que percibe y que se gastan en mantener la misma casa donde trabaja, su hogar.

De acuerdo con el informe “Hombres y Mujeres en México 2017”, realizado por el Instituto Nacional de las Mujeres, el trabajo doméstico es una carga invisible que llevan las mujeres y que además repercute en materia económica.

LABOR DOMÉSTICA NO ES REMUNERADA

Según dicho documento, tan solo en 2015 el trabajo doméstico y de cuidados que no es remunerado aportó cerca de una cuarta parte del Producto Interno Bruto del país, es decir 4.4 billones de pesos. Además, las mujeres casadas produjeron casi tres veces más que los hombres en la misma situación.

“Durante 2015, el valor económico del Trabajo no remunerado doméstico y de los hogares (TNRDCH) asciende a 4.4 billones de pesos, valorados a precios corrientes, cifra similar a 24.2% del PIB de ese año. Del citado valor, tres cuartas partes son aportadas por las mujeres y el resto por los hombres”, señala.

 

“De acuerdo con su situación conyugal, las mujeres casadas registran el mayor valor neto per cápita del trabajo no remunerado de los hogares, con 64.0 miles de pesos; mientras que los hombres casados solo aportan 19.6 miles de pesos, lo que significa que entre las casadas ellas aportan tres veces más de lo que tributan ellos.

“Por otro lado, los solteros y las solteras colaboran con el menor valor neto per cápita, pero la contribución de las mujeres casi duplica a la de los hombres”, indica el informe.

En el caso de Alicia, al salario diario que debería ganar en su casa, le correspondería sumar horas extras cuando su hija se enferma y ella se desvela o se levanta en la madrugada para atenderla o asegurarse que se tome las pastillas que el doctor le recetó. Esas horas extras eran más cuando sus hijas eran niñas, ahora a sus 23 y 29 años (y una ya no vive con ella) las labores se han reducido, asegura, pero no desaparecen por completo.

Otro momento en que ella vio aumentado el trabajo que debía realizar fue cuando su suegro, Esteban, estaba enfermo y tuvo que acompañarlo al hospital una y otra vez; pero a pesar de no ser su familiar directa, era ella quien se hacía cargo de atenderlo en lo que se necesitara, desde darle medicamentos hasta cambiar el pañal cuando llegó a requerirlo.

Según el informe de Inmujeres, son justamente las actividades de cuidado las que tienen una mayor relevancia en el hogar y un mayor precio en el mercado, pero además en su mayoría son realizadas por las mujeres.

“En 2015, el valor bruto del trabajo no remunerado de los hogares en el cuidado de la salud en el hogar equivale a 123.6 miles de millones de pesos, de los cuales las mujeres aportaron 72.3%. Los cuidados de salud dentro del hogar se brindan en mayor medida a las personas con limitaciones físicas o mentales, actividad en la que el valor económico de la participación de las mujeres equivale a 50 miles de millones de pesos, mientras que la de los hombres es de 14.2 miles de millones de pesos, lo que significa que las mujeres aportan 3.5 veces más que los hombres”, indica el informe.

INVERSIÓN EN TIEMPO

Alicia, como muchas mujeres, no tiene tiempo libre o tiempo para dedicar al esparcimiento.

El poco que llega a tener es mientras realiza actividades de planeación sobre lo que requiere su casa. A su esposo, Pedro, es frecuente verlo mientras se encuentra frente a la pantalla de la casa disfrutando de partidos de futbol.

Ella, por el contrario, rara vez para. En los pocos momentos “libres” que tiene, ella y su esposo suelen sentarse a ver algunas series de televisión, pero ella sigue haciendo las listas de las compras en su cabeza o planea qué área de la casa debe limpiar al día siguiente. Según Alicia, su esposo “la ayuda” a realizar algunas tareas domésticas, por lo que algunas veces lava trastes o emprende algunas actividades para preparar de comer.

Sin embargo, para él no es una obligación realizarlo, por lo que no se trata de lo que deba realizar en su rutina diaria. De hecho, el hacerse responsable de lavar su propia ropa ha sido un reto que tuvieron que vencer juntos cuando Alicia comenzó en el mercado laboral y dejó de ser ama de casa por completo dedicada a las labores del hogar.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Geografía, Estadística e Informática, en su Atlas de Veracruz, la situación de Alicia se encuentra generalizada en todo el país, pues a la semana las mujeres del estado le dedican 44.64 horas al trabajo no remunerado, de las cuales 23.84 son a quehaceres domésticos. En contraparte, los hombres de Veracruz le destinan 17.23 horas a los trabajos que no tienen remuneración y apenas 8.98 corresponden a los trabajos del hogar.

NOMBRES NO TRABAJAN EN LA CASA

Es decir, de acuerdo con el instituto, las mujeres dedican más del doble del tiempo que los hombres para realizar las actividades domésticas y aquellas que no conllevan ninguna remuneración.

De acuerdo con el mismo Instituto, el que las mujeres dediquen una mayor cantidad de horas en el trabajo del hogar no solamente es una práctica rutinaria, sino que además una gran cantidad de personas en el país consideran que se trata de una obligación. La Encuesta Nacional sobre Discriminación (Enadis) del año 2017 señala que 18 millones 338 mil 116 personas están de acuerdo con la afirmación: “Las mujeres deben ayudar en los quehaceres del hogar más que los hombres”.

Es decir, según dicha encuesta, el 21.8% de la población mexicana considera que se trata de un trabajo que deben realizar las mujeres. Diversas instancias nacionales e internacionales han señalado que la dedicación de las mujeres al hogar como un rol naturalizado ha conseguido que no se pueda combatir la desigualdad en todos los ámbitos.

“El trabajo doméstico no remunerado constituye una carga desproporcionada para las mujeres y, en la práctica, un subsidio invisible para el sistema económico, que perpetúa su subordinación y explotación”, indica el informe de Inmujeres. “Al asimilar este tipo de tareas a la naturaleza de la mujer, se lo invisibiliza para la sociedad y para la contabilidad nacional (...) No verlo nos quita la posibilidad de combatir una de las principales causas de la desigualdad”, señala un artículo del Consejo Nacional Para Prevenir la Discriminación.

TECHOS DE CRISTAL

De acuerdo con ese mismo documento, la dedicación de las mujeres al hogar trae consigo algunos otros problemas como lo son toparse con el techo de cristal; es decir, que ellas no sean consideradas para los puestos de más alto rango dentro de las organizaciones laborales, ya que se les relaciona de manera directa con el hogar y las obligaciones que existen dentro de este espacio privado.

“Esto muestra que aun cuando las mujeres hayan llegado lejos en términos educativos, se enfrentan con “techos de cristal”: obstáculos para ascender en estructuras jerárquicas. Es un fenómeno que explica por qué las mujeres que cuentan con cierto nivel de educación y experiencia no crecen en sus ámbitos de trabajo a la par que los varones con igual y en muchos casos menos calificación”, señala el organismo.

“Este fenómeno se explica, en parte, por la maternidad. La naturalización de que la mujer entrará en conflicto en caso de tener hijos o hijas con sus responsabilidades laborales se ve reforzado por el diferencial en las licencias de maternidad y paternidad (en nuestro país los hombres cuentan con dos días de licencia al ser padres)”, indica.

PARTICIPACIÓN LABORAL

Además, las mujeres se enfrentan a un primer conflicto al momento de dejar las labores del hogar para participar en la economía, aportando recursos en efectivo para sustentar los gastos. Eso fue lo que le pasó a Alicia, quien durante más de 20 se dedicó exclusivamente a su familia y a trabajar al interior de su casa.

Cuando la situación económica la arrojó a tener que obtener ingresos, su principal duda fue justamente lo que pasaría con las labores del hogar a las que ella se dedicaba a tiempo completo. De acuerdo con el Atlas del Inegi, solamente 32.30% de las veracruzanas se encuentran ocupadas en el sector laboral, es decir tienen un empleo.

En contraparte, el número de hombres de Veracruz que están en esa situación son el 73.04%, es decir, casi el doble. Sin embargo, Alicia se decidió a formar parte de las personas que tienen un trabajo remunerado y aunque ha logrado no ser responsable de algunas tareas básicas, el grueso de la carga de su hogar sigue recayendo sobre sus hombros.

“En los años 60, dos de cada diez mujeres trabajaba fuera del hogar. Hoy son seis de cada diez las que participan en actividades del mercado (...) Sin embargo, la inserción de las mujeres en el mercado de trabajo de forma masiva no se realizó en simultáneo al crecimiento de la participación de los varones en el cuidado del hogar. Esto genera que en la mayoría de los casos, las mujeres deban realizar una doble jornada laboral, una remunerada y otra que no”, señala el Conapred.