Ciudad de México. Hace 85 años el país fue testigo de un terremoto de 8.2 grados, de la misma magnitud que la del pasado jueves 7 de septiembre. EL UNIVERSAL registró en sus páginas, en aquel 1932, cómo se vivió dicho fenómeno.
El reloj marcaba las 4:38 de la mañana cuando de pronto tronó el suelo, era el viernes 3 de junio cuando un movimiento telúrico sacudió a gran parte de México. Colima y Jalisco fueron los estados más afectados.
En la Ciudad de México, aunque los daños sólo fueron materiales y no se registran decesos, el terremoto dejo el sinsabor de un terrible despertar.
A quien le tocó una doble contrariedad, fue al pueblo de "Ixtapalapa", todo por una "broma" que obligó a los vecinos de la zona a dormir en "campo raso". Así fue narrado por El Gran Diario de México: "Los autores de esta guasa de mala ley son dos individuos a quienes ya se busca para que sufran el correctivo correspondiente".
Según la nota publicada un domingo 5 de junio, dichos individuos "se presentaron ante el Jefe del Departamento Militar en la población y con toda audacia le dijeron que iban enviados por el Director del Observatorio de Tacubaya para informarle, como autoridad, que debía tomar precauciones, pues ese lugar se encontraba amenazado". Y es que estos dos canallas, aseguraban que en el cerro de la Estrella tendría lugar un gran sismo la noche del viernes 3 de junio.
La noticia corrió como pólvora entre los diferentes barrios del pueblo, pues el Jefe Militar, "creyendo de buena fe que aquellos dos individuos, hizo correr la voz. Nadie quiso dormir en el interior de sus casas, sino que sacaron sus camas a la calle y durmieron en los jardines". El trasnochado y asustado pueblo sólo padeció "una mala noche a la intemperie, porque no tembló", remata la nota.
El epicentro del terremoto. EL UNIVERSAL dio gran cobertura al hecho, según la información publicada el sábado 4 de junio, el sismo sacudió gran parte del territorio nacional, "desde la costa del Pacífico hasta Yucatán". De acuerdo a informes oficiales los estados más afectados fueron: "Colima, Nayarit, Jalisco, Michoacán y Guerrero", regiones del Pacífico cercanas al epicentro del terremoto; el movimiento también "se propagó a los estados del centro de la República hasta Puebla, el Distrito Federal, Guanajuato y Aguascalientes", con menores daños.
En Jalisco, además de las consecuencias materiales, también hubo pérdidas humanas, una de ellas fue en Zapopan, donde J. Jesús Delgado estaba comenzando a celebrar su cumpleaños con sus amigos, quienes le habían llevado Mañanitas, sucedió una tragedia: el festejado quedó aplastado por el techo de su casa.
En Colima, según lo publicado en este diario, el sismo había durado 4 minutos 20 segundos aproximadamente, en su fase máxima. "El movimiento telúrico alcanzó en la ciudad de Colima proporciones verdaderamente aterradoras. Ocasionó varios derrumbes, y a consecuencia de ellos, hubo 7 muertos y 14 heridos".
El "macrosismo" de la CDMX. Los habitantes de la Ciudad de México dormían cuando un sismo de 8.2 grados en la escala de Richter los sorprendió. Las señales de alarma se dibujaban en los rostros de quienes sufrían ataques de histeria y ansiedad, por el terror que provocaron los fuertes movimientos que sacudieron a la metrópoli por más de 4 minutos. La portada de EL UNIVERSAL Informaba: "Cinco Temblores en doce horas; terrible alarma en la capital".
De acuerdo con datos hemerográficos de este diario, los sismólogos consideraron al temblor de 8.2 grados en la ciudad como un "macrosismo" de quinto grado en la escala de Mercalli, lo cual hace referencia a "cuando un temblor produce una sacudida fuerte, sentida por los habitantes de la ciudad que se hallan en las calles y sus casas. Si se registra de noche, cuando es capaz de despertar a los durmientes. Cuando es de intensidad suficiente para provocar tintineos de campanas eléctricas, hacer oscilar objetos colgantes y paralizar el movimiento de los relojes de péndulo".
No se tenía una certeza del epicentro, pues uno de los sismógrafos sufrió una avería debido a las intensas sacudidas que generó el sismo. Las características del terremoto fueron: oscilatorio y en vórtice, es decir, que después de mecer los edificios de un lado a otro, culminó en un movimiento de remolino. Las autoridades del entonces Distrito Federal decidieron cortar la energía eléctrica para evitar desgracias, pero la gente entró en pánico, pues las vibraciones luminosas que producían los cables al chocar iluminaban al cielo con siniestros relámpagos de color que avivaban las más fatales predicciones.
La atmosfera era tensa, el calor se dejaba sentir tórrido aun cuando se presentara un "fuerte viento acompañado de lluvias intermitentes en gruesos goterones".
Fuente: El Universal