* El presidente del CEDEFRUT ha demostrado una gran astucia para utilizar a los citricultores como justificación y bajar cuantiosos recursos en programas, proyectos, e incluso una financiera
Facundo Bartolo Salazar
“Los cítricos no son negocio; los citricultores sí”, es una frase célebre que recuerdan los productores, entre coraje e ironía, de Antonio Soberón Ferrer, actual presidente del Centro de Desarrollo Tecnológico y Empresarial para Frutales del Trópico Húmedo de México (CEDEFRUT). Esos hombres del campo, quienes en su mayoría pasan grandes penurias para sobrevivir en la actividad, reconocieron que a través del tiempo, ese personaje ha demostrado una gran astucia para utilizar a los citricultores como justificación y bajar cuantiosos recursos en programas, proyectos, e incluso una financiera que en lugar de beneficiar, prácticamente está dejando a muchos en la calle, sin casas, vehículos o parcelas.
Los declarantes, quienes omitieron sus generales por temor a represalias, señalaron que definitivamente, Antonio Soberón Ferrer ha sabido hacer negocio con los citricultores, sobre todo con los pequeños, quienes siempre han abrigado esperanzas de que sean apoyados por las dependencias gubernamentales.
Relataron que el Consejo Estatal Citrícola fue una plataforma desde la cual al parecer Antonio Soberón se lanzó a hacer negocios millonarios, pues tan solo en algunos años ha pasado de conducir un viejo automóvil Chrysler Dart K, o una Nissan “destartalada”, a vehículos verdaderamente ostentosos que ofenden a los modestos citricultores que apenas si alcanzan a adquirir sus vehículos para su trabajo diario.
Lamentaron que ahora el multicitado personaje sea el propietario de todo un consorcio del sector citrícola, el cual fue consolidado durante el sexenio de Fidel Herrera Beltrán. Lo anterior, mientras los productores que solicitan préstamos ante la financiera, parte de ese consorcio, se ven obligados a pagar altos intereses, dejando de garantía sus vehículos, casas y parcelas, con el riesgo latente de perder todo, ante las exigencias de los acreedores. Dijeron que lo peor de todo es que esa financiera fue fundada con recursos que fueron en apoyo a los propios productores, tras un fenómeno meteorológico.
Finalizaron reconociendo que los citricultores si son un negocio para Antonio Soberón, pues la última propuesta de cultivo para la región es el hule, del cual no se ha hablado con mayor amplitud para ver si conviene a los productores, pero sí se ha anunciado que ya hay miles de plantas a la venta para comenzar con una nueva aventura.