* Reunión improductiva entre La Piedrilla, Villanueva y Flamencos para discutir tema de seguridad
* Se caldean los ánimos al grado de sobresalir injurias, acusaciones e incluso amenazas
Miguel Bautista
Una improductiva reunión llevaron a cabo vecinos de las diferentes comunidades de la zona norte de nuestro municipio, participando en la misma, autoridades ejidales de La Piedrilla, Flamencos y La Poza, esto para discutir el cierre de algunas calles de la colonia Miguel Mendoza, perteneciente al ejido Villanueva, pero establecida en la comunidad La Piedrilla, aunque para efecto de conciliación, las cosas se salieron de su cauce normal y comenzaron las agresiones verbales.
Todo inició con argumentos sólidos de ambas partes para reabrir el paso hacia la carretera federal, pues según algunos vecinos las emergencias que sobresalían debían ser prioritarias ante la seguridad de unas cuantas familias que quieren tener cerrado los accesos, en su defensa, la parte contraria alegó que la inseguridad ha rebasado a los cuerpos policíacos, incluso saliendo a relucir los hechos suscitados recientemente en aquellos lares, por lo que se veían en la necesidad de mantener su postura fija ante dichos planteamientos.
Luego de este malentendido surgieron los fundamentos legales, pues mientras unos alegaban que no se estaba permitido el cierre de vialidades sin el debido permiso, otros alegaban tener la venia del Ayuntamiento, e incluso la seguridad que respaldaba sus dichos de firmas recabadas que consentían dicha actividad por parte de los lugareños.
Acto seguido comenzó el cuestionamiento de residencia de los lugareños, pues entre unos y otros comenzaban a preguntarse los límites de sus propiedades y de las comunidades a las que pertenecían, pues de acuerdo a eso sería el grado de afectación que cada quien tenía ante la insistencia con tintes de necedad de que las calles permanecieran como estaban hasta el momento (cerradas en algunas calles).
Se caldean los ánimos
De manera casi inmediata comenzaron los señalamientos, pues ante la necedad de algunos y la insistencia de otros comenzaron señalamientos hacia los grupos de guardias comunitarias, pues principalmente fueron las féminas que denunciaron que con dichos rondines se ha perdido desde ropa interior de las casas hasta utensilios y artículos varios, cuestión que detonó el ánimo de la gente que comenzó a injuriarse entre algunos de ellos e incluso a hacer graves acusaciones de vecinos del lugar.
Otra de las señalizaciones directas tuvo que ver con la política local, pues alguien tuvo a bien evidenciar que supuestamente las firmas que se habían recolectado habían sido obtenidas mediante engaños, esto al pedir apoyo para cierto candidato a la diputación federal y luego evidenciarlas como supuestas firmas de apoyo para el cierre de calles, cuestión que al final se desmintió de manera tenue.
Al final se habló del tema de la seguridad, pues aún con rondines y todo se han suscitado casos graves como balaceras, desmanes e incluso robos que no han podido ser frenados en su totalidad, lo que ocasionó que las señalizaciones directas como miembros de la delincuencia salieran a relucir, e incluso durante el alegato se escucharon palabras altisonantes que se asemejaban a amenazas por oponerse a la apertura de calles, cuestión que fue reportado ante los agentes municipales que se encontraban resguardando la zona.
Fuera de micrófono, un habitante más denunció que el ejido Flamencos se había opuesto a donar parte del terreno que el Ayuntamiento solicita para construir una caseta de vigilancia permanente que beneficiaría supuestamente a las 3 comunidades involucradas, lo que generó aún mayor divisionismo de comentarios entre unos y otros, aunque estas últimas también fueron desmentidas en el acto.
Al final no pudo arreglarse nada y prefirieron dejar la situación tal y como estaba para que fuera una autoridad superior quien determinara dicho caso, por lo que la solución podría llegar de otras instancias, aunque no se descarta que pueda existir aún más roce o choque de ideas, y desencadenar algún conflicto social de no intervenir rápidamente la autoridad competente.
Autoridades ejidales dan su versión
Flamencos
Hipólito Martínez Ramírez, agente municipal de Flamencos dio su postura aclarando que fungió como invitado únicamente a la reunión para discutir el tema de la reapertura, y aunque expuso que sería entre los involucrados (en este caso Villanueva y La Piedrilla) quienes discutirían el tema, tal parece que sin arreglo o conciliación no podrá haber entendimiento, por lo que optó por hacerse a un lado y que sea alguien más quien decida.
Desmintió rotundamente que se haya negado a participar en la construcción de una caseta de vigilancia, pues aclaró que se tuvo un mal entendido con la subagente municipal del lugar toda vez que rompió el acuerdo de reunir alguna cantidad mensual, aunque con la desorganización que impera todo el tiempo terminó por desgastarse la relación y quedar anulado dicho convenio, por lo que se optó por no donar la fracción de terreno ante dicha causa.
Villanueva
Martha Cecilia García Cabrera, subagente de Villanueva, apeló al resguardo de su comunidad y de la colonia Miguel Mendoza que pertenece a la misma, pues apeló a la inseguridad que se vive e incluso declaró que se siguen viendo en el lugar vehículos, motocicletas y personas sospechosas que tienen libre tránsito por La Piedrilla, pero que desconocen sus intenciones o en su defecto si se dediquen a delinquir, por lo cual su postura es fija de dejar cerrados los accesos.
Dijo que los elementos municipales desempeñan una buena función, pero declaró que en algún momento dado podrían ser insuficientes sus servicios al abarcar la seguridad de las 37 comunidades que compone el municipio, por lo que la ayuda que suponen dichas medidas estaban siendo avaladas por una comunidad entera, afirmó.
Finalmente, el agente municipal de Villanueva, Marco Antonio Pérez Cruz, fuera de micrófono aclaró que no se oponía a dichas medidas siempre y cuando se hicieran dentro de las instancias permitidas, pues hasta ahora se habían tomado otras opciones, pero respetando la tranquilidad de los lugareños y sin afectar los intereses, por lo que la necesidad de cerrar dichos accesos ya resultaba innecesario.
Finalmente, agrego que sería decisión de la comunidad mantener dichos arreglos, por lo que habría que nuevamente recurrir a un diálogo para abordar el tema, o de lo contrario tomar la salomónica decisión de que sean las autoridades municipales quienes decidan qué lineamientos y soluciones pondrían a dicho conflicto.