* Entornos de violencia de cualquier índole pueden fracturar su consciencia haciéndolos agresivos y peligrosos
Miguel Bautista
La violencia es un juego que se está apoderando de los niños y adolescentes jóvenes en nuestro país, y es que hasta hoy en día la ley del más fuerte sigue imperando. Según expertos en la materia, los entornos de delincuencia que nos rodean, familiares y los altos contenidos de violencia que se encuentran en la mayoría de las situaciones ha propiciado que se incremente de manera gradual e inagotable el número de niños determinados como violentos, situación que merece un análisis más profundo, reconoció Wendoline Jiménez, socióloga de nuestro municipio.
Al cuestionarla sobre los hechos ocurridos en el estado de Chihuahua, dijo que dicha acción supera cuestiones estudiantiles como el bullying o el acoso escolar, pues si bien los ambientes de violencia con las que se convive en los estados fronterizos no se justifica el actuar de circunstancias, además de que deben ser motivo de ayuda profesional y psicológica quienes participaron en el hecho, pues jugar al “secuestro” implican conductas delincuenciales que merman nuestro sentido como sociedad.
En otro orden de ideas, aclaró que al igual que estos jóvenes muchos más pueden verse influenciados por escenas con las que conviven a diario, desde una simple pantalla de televisión o videojuego, hasta la violencia familiar, toda acción puede desencadenar emociones y sentimiento de odio y agresión en cualquier ser humano, siendo aún más susceptibles y frágiles las mentes pequeñas y con ávida recepción de información.
Aclaró que este criterio es aplicable para todo el país, pues pasa de ser un suceso excepcional que podría interpretarse dentro de algunos años como algo cotidiano, ya que el bombardeo de información a los sectores infantiles como las noticias de alto contenido explícito o violento, videojuegos, internet, entorno social, tipos de familias y la inseguridad pueden resultar en este sentido.
Detalló que los factores más afectados actualmente en edades tempranas son los psicológicos y emocionales, falta de comunicación y afecto, transición familiar y otros más influirían en zonas específicas emocionales para desatar dicha ira, aunque siempre existe la posibilidad de que esta pueda encauzarse de diferentes maneras.
Aunque finalmente declaró que sin sonar alarmistas, los padres tienen que detectar y atender cualquier tipo de conducta violenta en infantes para evitar que esto crezca en un futuro, encontrar sus causas y emociones, además de buscar apoyo especializado en caso de así requerirse, pues los indicadores de violencia en nuestro país no mienten y se debe evitar ser parte de este tipo de estadísticas, concluyó.