* Esas obras solo canalizan agua del río para mover turbinas, sin detener el flujo, ni dañar el medio ambiente
Facundo Bartolo Salazar
Pecan de ignorantes quienes se oponen a la construcción de hidroeléctricas argumentando graves daños al medio ambiente, habiendo logrado incluso la suspensión de obra, pues deberían saber que en algún momento esas construcciones retendrán agua por medio de vasos, pero esa operación se puede hacer cuando hay agua abundante, que podría ser de septiembre en adelante, una época en que se llenarían en dos o tres lluvias todas las presas que se pretendan hacer, expuso Federico Pérez Gómez, vocal del Consejo Regional de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Afirmó que “una vez que se llenan los vasos de las presas, el ecosistema sigue siendo el mismo, pues el agua seguirá fluyendo a través de un tubo especial para mover turbinas, para producir energía eléctrica limpia que no causará contaminación, de la misma manera que la producida en plantas eólicas, geotérmicas y fotovoltáicas”.
Dada la situación, Pérez Gómez opinó que “es necesario hacer a un lado la ignorancia e informarse un poco más, dejando que la CFE construya tantas plantas hidroeléctricas como sean necesarias en toda la cuenca del río Bobos y en todas las cuencas del Golfo de México”. Citó el ejemplo palpable del río Yaqui, que aún estando casi seco, cuenta con dos grandes hidroeléctricas, una en la parte alta y otra en la parte media, donde se producen enormes cantidades de energía. Añadió que también hay presas donde se producen peces especiales para pesca deportiva y de alimentación.
Comentó que si no fuera por esas presas, la riqueza del río Yaqui no existiría, sumándose a ello miles de hectáreas en plena producción de trigo, sorgo, nueces y diversos alimentos más. Asimismo, mencionó que no hay antecedentes de algún desequilibrio ecológico de la citada cuenca, misma que aún siendo pobre en agua, se puede retener el vital líquido a través de presas, gracias a las cuales se produce energía eléctrica y también hay riego en forma permanente. Todo ello trae como resultado que un semidesierto sea prácticamente un vergel.