* Derechos Humanos no recibe denuncias por explotación laboral debido al temor a represalias
* Infierno en vida, lo que sufren algunos jornaleros que son reclutados mediante engaños
REDACCION
Con los recientes hechos que se evidenciaron en estados de nuestro país como Baja California Sur, se buscó abordar el tema de la esclavitud laboral, la cual lejos de ser un problema distante lo tenemos más cerca de lo que imaginamos en diversas formas, al respecto la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) reconoce que la llamada esclavitud moderna no es propia de aquellas latitudes, sino que también en Veracruz se cometen este tipo de abusos en contra de trabajadores del campo que por la necesidad de mejorar su situación económica son víctimas de abusos derivado de la necesidad económica y el interés por salir adelante.
Representantes de Derechos Humanos en nuestra región señalan que este tipo de casos aunque son esporádicos si existen, sin embargo, las denuncias nunca llegan hasta los ministerios públicos o a sus oficinas, pues el temor es más grande que la propia sed de justicia, y es que aun cuando estos hechos jamás se hacen públicos, hay quienes relatan sus propias experiencias en campos laborales, víctimas de reclutamiento a otros estados o a zonas de nuestro mismo estado para explotarlos y tenerlos viviendo en condiciones infrahumanas.
Este tipo de delitos son considerados como graves o de lesa humanidad, advierte Abraham Moreno Montoya, responsable de esta área en la zona de Martínez de la Torre, “pues de llegar a conocerse este tipo de abusos serían casos que habría que turnarse a la CNDH”, explica.
Y es que aun cuando el delito de ‘trata de personas’ tiene como antecedentes históricos los antiguos reyes y emperadores, en la actualidad la esclavitud es una actividad clandestina pero constante, el comercio y la trata de esclavos ya no son utilizados como tal, hoy por hoy menciona que existen modernas redes de trata de personas, esclavos modernos disfrazados en campos de trabajo que merecen investigación, aunque sin datos precisos es casi imposible dar con ellos.
Veracruz no se salva
En nuestro estado también “se cuecen habas”, así lo dio a conocer Gabino X, quien es un obrero que huyó de los campos agrícolas en la zona norte del estado por los abusos que allí se cometen contra los jornaleros agrícolas que se van con la ilusión de tratar de mejorar la calidad de vida de sus familias, “muchos de ellos ya no regresan nunca con ellas”, advierte.
Aunque se omitieron nombres y lugares, esta historia relata que los ganchos o engaños son muy fáciles de detectar, pues en diversas ocasiones el modo de reclutamiento es ofreciendo excelente paga, buenas condiciones laborales, seguridad social, prestaciones, entre otro cúmulo de supuestos beneficios que son prometidos y que solo sirven como método de convencimiento para acarrear modernos esclavos en pleno 2015.
Nadie sabe de ellos, son seres olvidados en el campo veracruzano, donde se repiten las escenas de explotación laboral, largas jornadas de trabajo, pagas mínimas, ausencia de días de descanso, amenazas y maltratos, alimentación escasa, personas obligadas a vivir en chozas que no cuentan ni con los servicios básicos, organizaciones como la de Derechos Humanos coinciden en una sola cosa, la esclavitud rural existe, aunque la mayoría la calla, las situaciones de explotación están presentes en todas las latitudes de nuestro estado, siendo ya una práctica generalizada que pocos conocen.
La historia comienza con el producto menos favorecido de todos en la actualidad, la caña de azúcar, jornaleros que son engañados e ilusionados para llegar a trabajar en el corte de caña, donde solo la primera semana les dan un poco de dinero, sin embargo, las siguientes semanas la pesadilla toma forma, pues son estrechamente vigilados, despojados de sus pertenencias, dinero o cualquier otro medio que pueda motivar su salida del lugar.
Gabino también cuenta que la comida es realmente una pesadilla, pues solo les proporcionan comida agria en estos campos, son llevados al interior de los campos agrícolas para dormir en albergues, donde dice que conviven con serpientes, capulinas y escorpiones, parece más bien una historia de película aunque muy real y que le ha costado la vida a algunos de ellos, su dignidad y su libertad.
Por fantasioso que parezca cuenta casi entre lágrimas que varios “compas” como él los llama siguen atrapados en estos lugares, personas de los municipios aledaños y que solo salen de ahí mediante la huida o escapatoria, por ello la secrecía de su identidad.
De sol a sol y un poco más
Jornadas laborales extenuantes, ninguna atención médica para los jornaleros enfermos, son solo algunas cosas que se viven en aquel sitio, como él asegura, “ahí solo entre los mismos camaradas nos vemos, nadie hace nada por ti”, contando que en diversas ocasiones jornaleros cayeron enfermos y nunca fueron atendidos, sanaron únicamente con yerbas o a fuerza de voluntad, entre ellos se cubrían para no delatar a nadie.
La forma de escapar de este jornalero fue un tanto extraña, hizo migas con uno de los empleados de confianza de este sitio, la amistad creció a tal punto de la estima total, él recomendó rutas de escape e incluso proveyó algunas cosas para el camino, la distancia fue lo de menos, hoy esta temeroso hasta de su propia sombra, solo cuenta este tipo de cosas a aquellos a quienes tiene absoluta confianza e incluso se dio tiempo para lanzar la advertencia a aquellos que como él buscan únicamente el bienestar de sus familias, pueden encontrar en estos viajes de trabajo su último destino, por lo que el reclutamiento de dichas cosechas no siempre es apostarle a conseguir una buena remuneración, podría convertirse en un arma de doble filo donde se puede perder incluso la vida, advierte.