Con los salarios actuales, que rondan los 600 pesos semanales, a los que hay que restar gastos de transporte para trasladarse hasta el lugar de trabajo, no es posible que ningún trabajador pueda ofrecer una vida digna a su familia, pero tampoco es viable subir ese parco salario mínimo porque, explicó, se dispararía la inflación.
Para finalizar, Bautista Ponce achacó la precariedad económica en que viven millones de familias a la corrupción que se vive en el país, y que es, dijo, un barco que hay que enderezar, porque ya mucha gente está cansada de pasar miserias y hasta piensan en que es necesario armar una revolución, concluyó.