29 de Octubre de 2024
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Marginación en el área urbana

Familias de la colonia Villa Rosita III viven en condiciones de pobreza extrema

MA. CELIA ÁLVAREZ

Tuxpan

 

Los notables avances en materia de desarrollo urbanístico y económico que se han alcanzado en los últimos tiempos, no exentan a Tuxpan del rezago social en que sobrevive una parte de su población, tanto en las zonas rurales como en las urbanas. Es el caso de la colonia Villa Rosita III, donde habitan varias familias sobre una loma, en un terreno prestado, en condiciones paupérrimas y sin servicio alguno.

Una de sus habitantes, la señora Idalia Martínez Ramírez, de 35 años de edad, comparte con su esposo y cinco hijos, uno de ellos minusválido, una vivienda muy pequeña y humilde, sin baño, cuyas paredes y techo son láminas metálicas, y el piso es de tierra apisonada. El hombre de la casa apenas gana lo suficiente para los alimentos de cada día, chapeando terrenos en las áreas circunvecinas, y ella debe permanecer todo el tiempo junto a su hijo menor, quien padece graves minusvalías físicas y mentales.

La familia, que comparte una sola estancia en condiciones de hacinamiento, posee un par de colchones, un ropero y un sillón muy ajado y sucio, que conforman todo el mobiliario.  No cuenta con servicios de agua, luz o drenaje, por lo cual deben acarrear desde lejos el vital líquido, alumbrarse con velas y hacer sus necesidades al aire libre. En la época invernal, aseguran, en horas de la madrugada no soportan el frío, pues el viento gélido se cuela entre las láminas. Cocinan en un fogón con leña, la cual salen a cortar al monte y les sirve también para caldear su habitáculo durante las noches más frías.

Los dos hijos mayores, de 15 y 13 años, enfrentan severos problemas de drogadicción, relata la madre de familia, y su adicción a los inhalantes los conduce a pelearse constantemente, en ocasiones esgrimiendo machetes o cuchillos. En tanto, sus hijas menores, de nueve y cinco años de edad, asisten a la escuela primaria, pero el más pequeño de sus vástagos varones, de ocho años, padece retraso mental e incapacidad motriz total, por lo que se halla confinado en su cama de manera perenne.

Doña Idalia, aquejada de anemia crónica y dermatitis, además de un malestar constante en las anginas, entre otros males que suelen rondarla, sueña con tener una casita propia donde poder vivir con su familia sin que el viento se cuele por todas las oquedades y rendijas, ni se metan las culebras, dice, pues hace poco entró a su humilde vivienda una víbora que denominó “cuatro narices”, de gran tamaño, la cual encontraron enrollada en una viga.


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