Las emotivas imágenes de la multitudinaria despedida a Pelé, en la ciudad que lo vio triunfar.
BBC/EL PAÍS
Brasilia
Al funeral en el estadio del club de toda su vida, el Santos, asistieron el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, quienes acompañaron a Edinho, hijo del legendario futbolista, y otros familiares.
La visita de Lula al velatorio, de unos 15 minutos, ha sido su primer acto público como jefe del Estado. El domingo tomó posesión en una multitudinaria y festiva ceremonia (para un tercer mandato de cuatro años) y el lunes lo dedicó a mantener reuniones bilaterales en Brasilia con los mandatarios extranjeros que acudieron a la ceremonia. El presidente brasileño llegó con su esposa, Rosangela Silva, conocida como Janja, en un helicóptero que aterrizó cerca del estadio y no hizo declaraciones.
El tributo de los fans
El féretro de Pelé desfiló por las calles de Santos en un camión de bomberos, como es tradición en Brasil, mientras los fanáticos acompañaban el cortejo cantando "Pelé, mil goles".
Cientos de personas portaban pancartas y vestían camisetas con el número 10 que el futbolista hizo tan popular.
Fue un día de duelo por el hombre a quien los brasileños llaman el rey, pero claramente también fue un momento para celebrar su vida.
Hubo alegría en las calles en una demostración de que Pelé es, y siempre será, la mayor fuente de orgullo para Brasil.
El club Santos, en el que Pelé pasó la mayor parte de su carrera, tuiteó: "Nuestro eterno Rey Pelé dice adió en Vila Belmiro, su hogar, con su gente".
Se vuelcan a despedir al Rey del Fútbol
Durante 24 horas el desfile de aficionados de corazón y personas que simplemente le admiraban ha sido incesante ante el ataúd de Edson Arantes do Nascimento, Pelé, O Rei, fallecido a los 82 años.
El nuevo presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha llegado al velatorio del considerado por muchos el futbolista perfecto a primera hora de este martes, poco antes de que concluyera el homenaje popular en el estadio de Vila Belmiro, en Santos. Unas 230.000 personas se acercaron a homenajearlo. Inmediatamente después, el féretro ha recorrido con un cortejo las principales calles de esta ciudad costera, con parada especial ante la casa de su madre, un ama de casa centenaria llamada Doña Celeste. El entierro, en familia, ha tenido lugar esta tarde en Santos, a 70 kilómetros de São Paulo, donde el icono planetario del fútbol murió el pasado día 29 por complicaciones causadas por un tumor de colon.
Ningún otro jugador ha logrado emular la gesta de conseguir tres mundiales, como hizo hace más de medio siglo. Y solo Brasil atesora cinco Copas del Mundo, más que nadie.
Los admiradores que dejaron la despedida para última hora tuvieron suerte porque este martes por la mañana la cola avanzaba a un ritmo muy ágil y el cielo estaba nublado. Todo un contraste con la víspera, cuando hubo que esperar hasta tres horas bajo un sol abrasador. Durante la madrugada, el desfile de ciudadanos ha continuado. Siempre a paso ligero, apremiados a no pararse, como en el funeral de la reina Isabel II de Inglaterra, como recordaban algunos santistas durante la espera. Pelé reposaba en el centro del césped de Vila Belmiro, en un féretro abierto, con el rostro protegido por un delicado velo. A los pies do Rei, las banderas del Santos (blanquinegra) y la de Brasil. Le rodeaban en último homenaje público varios de sus hijos y nietos.
Sentido homenaje
Las puertas del campo donde Pelé marcó más de mil goles han cerrado a las diez de la mañana tras 24 horas. Un velatorio sencillo para el brasileño más famoso del planeta para el hombre que conoció monarcas y presidentes. Muchos compatriotas que se deleitaron con el arte de Pelé han venido a rendirle un homenaje sencillo, cercano, como el que se dispensa a un amigo o a un pariente.
Sí que se ha echado en falta a las grandes glorias del fútbol brasileño. Algunos de los que acompañaron a Pelé en la conquista de los tres Mundiales (en 1958, 1962 y 1970) están ancianos, pero tampoco los más jóvenes o las estrellas actuales de la Canarinha se han acercado a Santos. Solo dos brasileños campeones del mundo se han acercado a Vila Belmiro, Clodoaldo, campeón en 1970, y Mauro Silva, en 1994. La ausencia de las estrellas del fútbol local ha causado desilusión y polémica en Brasil.
Concluido el velatorio, el ataúd con los restos ha recorrido el centro de Santos en el techo de un camión de bomberos. Miles de vecinos y veraneantes que disfrutan de las vacaciones de Año Nuevo en la ciudad se han apiñado en las aceras para ver pasar el cortejo e inmortalizar el momento en sus móviles. Cuando ha llegado al paseo marítimo, la playa se ha vaciado como por arte de magia. Nadie quería perderse el momento. Miles de periodistas locales y extranjeros han desembarcado para cubrir el adiós final al futbolista brasileño que gracias a su talento y a la televisión popularizó entre las masas, incluidos los pobres de su país y del resto del mundo, este deporte creado por británicos ricos.
“Pelé es conocido allí donde haya señal de televisión”, decía Jose Bispo do Santos, de 77 años, que completa su pensión al volante de un taxi. Atípico en un brasileño, confiesa abiertamente su desinterés por el deporte rey, pero comenta con admiración que Pelé paró una guerra.
El sacerdote católico ha destacado en su responso por el alma del fallecido que el rey desplegó “un fútbol elegante, artístico y creativo”. También ha dicho que estará bien acompañado en el cielo: “Cruyff, Maradona, Di Stefano… le están esperando para jugar una pachanga”.
Hace ya dos décadas que Edson Arantes do Nascimento compró el nicho donde reposará. Queda en el cementerio Memorial Necropole Ecuménica de Santos, que es el más alto del mundo y parece más bien un edificio de lujo. Comentan en la ciudad que cada espacio cuesta unos 50.000 reales (como 8.500 euros). O Rei ha sido sepultado esta tarde en una ceremonia privada en ese espacio tranquilo con vistas al césped de Vila Belmiro.