18 de Septiembre de 2024
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Sufren los xalapeños junto con la Selección Mexicana

Fernando Hernández/Xalapa.- El estrés vivido en Natal y en varias partes del país fue compartido en Xalapa.

La Plaza Lerdo se fue llenando de a poco. Algunos, alejados por la inclemencia del sol.
Pero todos con el Jesús en la boca en los últimos minutos del triunfo mexicano en su debut en Brasil 2014.

La afición xalapeña sufrió y lo hizo en demasía. Eso sí, las mentadas de madre no se hicieron esperar ante los goles anulados.

Alguno que otro pasado de vivo aprovechó para tomarse fotos con las edecanes que por ahí deambulaban. Como viles galanes de balneario, los elementos de playera verde lucían sus mejores poses como que queriendo convencer a las damitas de los minivestidos.

Tensa calma al medio tiempo. Se hizo la cascarita para soltarse un poco y quemar las calorías que las cervezas generaron durante los primeros 45 minutos.

Por otro lado, no faltaron los “bailarines” exóticos que movían las carnes a diestra y siniestra, perdiéndole cualquier respeto a la vergüenza, algunos motivados por su buena relación con Baco.

Comenzó el complemento y el silencio tan sólo era roto por algún murmullo y la voz del narrador en turno por el sonido local.

La gente sólo tuvo que esperar 16 minutos en ese segundo tiempo. Cuando El Cepillo Hermoso Oribe Peralta ponía de cabeza a más de uno por la algarabía de un ansiado gol, tras el hurto que los árbitros colombianos le hacían al Tri.

Y después, a comerse las uñas. Antes, una pausa. Un motociclista, un repartidos, cayó estrepitosamente sobre la calle de Enríquez por andar de mirón hacia la pantalla gigante. Salió ileso, salvo en el orgullo. Se paró como torero. Ayudado. Pero lo que quería era huir para que nadie lo reconociera.

Luego un par choferes de autobús. El más cínico uno de la ruta Jaramillo. Se plantó por un par de minutos en paralelo a las escaleras de Catedral impidiendo la vista a los que se apostaron bajo la sombra del Palacio de Gobierno.

Los chiflidos no se dejaron esperar y uno que otro insulto. El conductor se limitó a sonreír socarrón.

Ahora sí, ya faltaban ocho minutos de tiempo corrido. Rezos, sudor en las manos (más allá del provocado por el sol), saltos, rostros tapados. En fin, muestras de desesperación que se aumentaron cuando se anunciaron los cuatro minutos de compensación.

¡Uf! Ochoa salvó al Tri y un respiro en conjunto ante una Plaza Lerdo y sus alrededores ya llenos. Luego el silbatazo final y la celebración.

Muchos salieron corriendo, dispersos, había que volver a las oficinas para trabajar y otros a sus menesteres de casa.

Los que se quedaron celebrando fueron alejados por unos policías que caminaban por ahí. La excusa, el estar bebiendo cerveza en la vía pública. Algo que habían hecho desde las dos horas previas, pero los uniformados agarraron valor cuando se quedó solo el cuarteto de aficionados.

Aunque con el pasar de los minutos aparecieron otros, acompañados por los sonidos de claxon de algunos automóviles, que llevaban a sus pasajeros enfundados en la Bandera nacional.

La fiesta va a seguir en todo el país tras meses de incertidumbre y que ahora han dado cierto respiro.


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