Yasmin Mariche Morales/Veracruz.- Libre de toda atadura social y familiar, Alfredo toma unas medias de seda, tacones no muy altos, peina su mejor peluca y dedica dos horas a su arreglo. Pestañas postizas, maquillaje, sombras, algo de rubor y labial son indispensables para transformarse en Aracely, ya entrada la noche provocar deseo sobre algún punto de González Pagés.
“En el caso de nosotros los homosexuales, que andamos arregladitos, bien maquilladitos, llamamos más la atención de los clientes, saben que procuramos más nuestra belleza, y en general pueden ser hombres, mujeres o hasta matrimonios, pero se preguntará entonces por qué mujeres y por qué matrimonios, pues es muy sencillo, existe más confianza de pedirnos las cosas, saben que somos delicados y que cumplimos con nuestra función con esmero para que disfruten”, comenta Aracely.
(Siga la historia completa este lunes en su periódico El Heraldo de Veracruz)
