Sin embargo, el ayuntamiento anticipó la marcha y citó a los manifestantes para dialogar sobre el tema.
La reunión se llevó a cabo en las oficinas del edificio trigueros; mientras “Joselín” dialogada con Morando Rodríguez, el resto de payasos esperaban en la parte baja matando en tiempo con una coca-cola que compartieron en vasos de plástico.
Cerca de diez varones vestidos con llamativas prendas, una mujer y dos menores de edad “hacían changuitos”, para que el acuerdo con las autoridades municipales llegara a buenos términos.
Después de varios minutos de espera, José Zetina Benítez bajó las escaleras con una actitud seria, que nada tenía que ver con su colorida ropa y tonalidades en el rostro.
“Nos comunicaron, nos hicieron venir para platicar con nosotros y nos dieron la opción de empezar a trabajar por lo mientras para que se evite un poco esto, aquí en la parte que se llama el Portal de Miranda”, mencionó.
Y es que los elementos de la marina tienen la orden de impedir el tránsito de los extravagantes personajes, debido a que actualmente se llevan a cabo trabajos de remodelación en la macroplaza del malecón.
Resignados ante la notificación que recibieron, los payasos caminaron hacia el espacio que a partir de ayer viernes, les servirá para laborar.
Para Zetina Benítez no es justo que el ayuntamiento porteño haya permitido a los vendedores ambulantes instalarse en un espacio del malecón, mientras que él y sus compañeros fueron reubicados en otra área.
“Se nos hace injusto porque nosotros pedíamos una opción de seguir en el malecón porque ahí hay espacio”, manifestó.
Para Joselín es aún más injusto por el hecho de que él tiene que trabajar en el oficio de payaso para mantener a su familia y comprar medicamento para tratar su diabetes.