3 de Mayo de 2024
Director Editorial Lic. Rafael Melendez | Director General - Dr. Rubén Pabello Rojas

Columna POLIANTEA: Futbol y Política

Rubén Pabello Rojas.- Futbol mundial. Primer juego México le gana a Camerún, jubilo desbordado. Después, quien sabe, viene el monstruo sagrado, Brasil que por situaciones lógicas no perderá. No puede perder. Hacerlo, tocaría linderos políticos, significaría casi la caída de un gobierno que se ha visto asediado por masivas protestas populares que, inconformes, protagonizan desordenes en las calles de varias ciudades, por la mala circunstancia económica y social en que se desenvuelve actualmente ese gigantesco país.

 

Recuerdos amargos de México 68, cuando se organizaron los Juegos Olímpicos de ese aciago año que produjeron manifestaciones masivas de protesta, primero estudiantil y luego de toda una sociedad civil, que abominaba el autoritarismo de la época y que desembocó en el terrible drama de Tlatelolco; movimiento político-social de honda trascendencia, herida que aún no acaba de cerrar.

Conducta genuina y eminentemente popular que explica en la profundidad del análisis socio-histórico la reacción de una sociedad que, hastiada de desviaciones autoritarias del poder público, acaba por estallar dando paso a acontecimientos de imparable repercusión violenta.

Brasil atraviesa en etapas actuales un sinnúmero de fenómenos económicos que le mantienen en estado de exaltación ciudadana. Después de haberse ubicado como una nación que por su gran potencial se dirigía a ser una encumbrada potencia mundial, en época reciente del presidente Luis Ignacio “Lula” da Silva, cuando se apostaba que su fortaleza le situaba en el camino de una cierta era de progreso y avance, las cosas parecen hoy haberse convertido en una dolorosa quimera.

Los costos políticos no se han hecho esperar y un pueblo irritado por la mala situación económica, y pésima dirección política, no tolera el derroche empleado en construir obras e instalaciones deportivas, para hacer un campeonato mundial de futbol con dinero público, habiendo hambre y necesidades populares insatisfechas en gran parte de la población nacional.

Lección por aprender y aplicar en terrenos cercanos, inmediatos, locales. El júbilo sentido al obtener la sede para realizar eventos deportivos de orden internacional es mayúsculo en el momento de los anuncios, pero los compromisos derivados son enormes, esfumando las iniciales fanfarrias de hipotético triunfo a la hora de los hechos formales.

 Las ciudades designadas como sitios donde se deberán celebrar las pruebas y donde se realizaran las ceremonias de apertura y clausura quedan hipotecadas y sentenciadas a resistir todo género de consecuencias, principalmente económicas, derivadas del compromiso.

Ni que decir de los gastos que demandan todos aquellos capítulos de que se compone la organización que, obviamente, requieren de la utilización de fuertes cantidades de dinero para sufragar obras y celebraciones. Recursos que en estos días escasean y exigen ser aplicados a otras atenciones más perentorias.

 Los vecinos, actores involuntarios no consultados, solicitan primero la satisfacción de sus carencias inmediatas, de orden municipal, agua potable, drenajes, alcantarillado pluvial, obras preventivas de desgracias por fenómenos climáticos, apertura de vialidades, electricidad por decir algunas necesidades de un etcétera casi al infinito.

Veracruz, hoy por hoy, está comprometido a organizar del 14 al 30 de noviembre próximo los XXII Juegos Centroamericanos y del Caribe. Es un alto honor y reconocimiento a su capacidad como entidad suficiente para sacar adelante, y bien, tal responsabilidad.

 Se desea que así suceda como se planeó cuando se solicitó y se concedió esa distinción; como cuando Lula la obtuvo para Brasil, como cuando Fidel Herrera la consiguió para Veracruz. Logros esplendorosos del día a día, campanas al vuelo que quedan como deuda incomoda para que gobiernos  posteriores cumplan la obligación. La desparpajada comodidad de “El de atrás paga”.

Quebrantos interiores obligaron a separar,  mas con pena que  gloria, al encargado de organizar los juegos, Dionisio Pérez Jácome, ahora envuelto en resabios resultantes de oscuras actividades públicas de hijo y yerno; ajeno paga ineludible mención.

Hoy le toca a Dilma Rousseff sufrir para, en medio de lamentables turbulencias populares, que aprovechan el escaparate que ofrece la justa mundial, salir adelante con el prestigio de su país; todavía no se sabe a qué costo de su imagen pública frente a una cercana y deseada reelección donde ineludiblemente se mezclan futbol y política.

En unos cuantos meses, en el solar veracruzano, serán los gobernantes del Estado quienes tendrán el peso de esa responsabilidad y su cumplimiento satisfactorio. Se cree y se apuesta que, por el bien de Veracruz, así será no obstante los difíciles tiempos por los que discurre el castigado erario de la entidad.

 

Por lo pronto ya empezó el festejo mundial que se pronostica fugaz, efímero y lastimero para el equipo nacional. Para la selección mexicana de no muy buenos vaticinios, como siempre,  pero que da motivo a palurdos que no se sabe si de verdad creen en un triunfo, o solamente aprovechan cualquier pretexto para disipar tristezas y malas épocas, engañándose conscientemente, a sabiendas de que su equipo  solamente es instrumento comercial de los que si ganan aunque el equipo pierda: los grandes lobos de la TV y distribuidores de autos o fabricantes de cerveza y de camisetas verdes; aficionados compendio y síntesis de simpleza colectiva muy merecidamente ordeñada.


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