25 de Abril de 2024
Director Editorial Lic. Rafael Melendez | Director General - Dr. Rubén Pabello Rojas

Poliantea: La difícil evolución democrática en México

Rubén Pabello Rojas

 

La Revolución Mexicana, movimiento social de claros orígenes reivindicatorios, sacudió a principios del siglo XX la conciencia nacional. Un siglo antes la sociedad colonial de entonces luchaba por romper los yugos que la ataban a la metrópoli hispana y  movieron a la entonces sociedad de la Nueva España que peleó por su independencia. Luego la Reforma, el segundo Imperio y las guerras extranjeras de 1838, 1847 y 1914 que, con un alto precio pagado con sangre y penas, produjeron la esperanza de la consolidación de una patria fuerte, digna y respetada.

Al término de la etapa armada de la Revolución se hizo exigencia la necesidad de reconstituir el poder público después de la lucha. Los principales caudillos mueren asesinados, Villa, Zapata y Carranza; Solo es después del asesinato de Obregón, que Plutarco Elías Calles siendo presidente de la República fomenta la idea y construye, desde el poder, el mecanismo político por el cual se erradicaría el desorden en el país.

Así, a la par que comienza un incipiente orden institucional para sentar las bases de un sistema orgánico del poder, se vale de los argumentos idóneos para frenar la gran cantidad de facciones resultantes de la ambición, sobre todo militares, que habían participado en combates a lo largo de la fase bélica y que reclamaban su parte del botín de guerra, cobrados en repartos de poder.

Calles entonces, en 1929, da paso a la solución creando el instituto civil que aglutinará a todas aquellas corrientes políticas y propicia la fundación de un partido, el PNR, que habría de ser la solución unificadora de las inquietudes y reclamos políticos de la pos Revolución.

A los nueve años, en 1938, ese partido ya fortalecido como el vínculo acertado en la transición, cambia sus siglas y modifica sus estrategias adecuándolas al momento socio-político del país. Nace el PRM. Y ocho años después este instituto se transforma en el PRI en 1946. En el tránsito pierde su original vocación y se transforma en un partido hegemónico, indispensable a un presidencialismo dañino y culpable del deterioro de aquel ideal democrático.

De este modo discurre el país hasta la década de los años setentas del siglo pasado, cuando las ideas de dar mayor participación a diferentes formas de pensamiento y acción se materializan, ante la presión que obedece a la radicalización del ideario político, después de los sangrientos hechos de 1968, que impelen a abrir los canales de una participación ciudadana efectiva, en el desarrollo de la nación. 

Presionados: el sistema, el gobierno y el partido hegemónico, algunos ideólogos, conscientes y compenetrados de la desviación del gobierno presidencialista, plantean una tímida reforma electoral que, poco a poco va tomando fuerza y provoca la modificación formal de la legislación, hacia una vía electoral correctora de la antidemocracia. Artífices desde dentro del sistema y del propio partido son, en ese momento, Jesús Reyes Heroles y Porfirio Muñoz Ledo en lo ideológico y Cuauhtémoc Cárdenas en los hechos. 

Esta modificación histórica de rumbo, habría de dar lugar a la alternancia en 2000 cuando el PAN alcanza la presidencia de la República, que mantiene durante dos sexenios, con resultados altamente negativos para la democracia y el desarrollo general del país. En 2012 regresa el PRI al poder presidencial pero Mexico ya es otro. Ya no funcionan las reglas anteriores, la sociedad civil está más informada y ya no admite más imposiciones.

Para entonces la nación padece grandes males, severos deterioros, no se ha avanzado en resolver las causas por las que secularmente el pueblo ha luchado durante más de dos siglos. La población ahora es de 120 millones de habitantes, las necesidades son mayores y se tornan de solución imperativa.

La gradual reforma y adecuación legal del proceso democrático mexicano, ha llevado en la actualidad a la formación, con base a las leyes electorales, a la proliferación de partidos políticos nacionales y además en los estados de la federación, lo cual representa una multitud perversa de oferta política, que no resuelve el problema de fondo. Más bien pervierte la marcha democrática y se presta a innumerables desviaciones nocivas al socaire de un pluralismo ideológico que, en puridad, no es tal.

Todo este despropósito, obliga a pensar que si en 1929 Calles quiso unir a todas las corrientes políticas beligerante de esa etapa, después de cerca de 90 años y habiendo transitado el ensayo político por innumerables pruebas e intentos, hoy México se encuentra frente a lo que entonces se trato de remediar, la pulverización, la desunión  que como alternativa  ofrecen multitud de partidos  provocando precisamente eso, descomposición y atraso cuando la República Mexicana   democrática por definición, no termina de concretar ese desafío.

En este escenario se dan actualmente las campañas para renovar la Cámara de diputados del Congreso nacional. Es de comentar que algunos candidatos en campaña, que ya han sido diputados fedérales, ayunos de la más insignificante idea o bien de mala fe, ofrecen, como programa de trabajo, mediar para la instalación de cámaras de vigilancia en las calles de las poblaciones o bien gestionar la pavimentación, drenaje y agua potable en comunidades del distrito que pretenden representar, cuando son atribuciones de la autoridad municipal.

 

Confunden la función para la cual piden el voto ciudadano. Su función será, si ganan, la de ser legisladores en el ámbito nacional, para lo que deben estar preparados. Deben por tanto sustentar su discurso en las iniciativas de ese nivel en beneficio de todos los mexicanos. Esa es la razón para pedir ese sufragio. Lo otro es caer en el engañoso sistema del anterior PRI, que ganaba votos con la oferta de gestoría que condujo a conocidos actos de corrupción. No es por ahí, señores candidatos. Por favor.


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