José Valencia Sánchez
Los que votaron por Enrique Peña Nieto y también los que no lo apoyaron en las urnas, esperan y esperamos resultados. Y como soñar no cuesta, ansiamos que un día no muy lejano se congelen y no continúen en aumento los precios y tarifas de gasolinas, gas y luz.
Que los salarios mínimos no suban pero sí optimicen su poder adquisitivo, se generen empleos y se garantice la seguridad de los mexicanos en general.
Porque de nada sirve fijar altos salarios —como en tiempos de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari, cuando los mexicanos llegamos a ganar millones de pesos—,si el dinero apenas alcanza para mal vivir.
Haiga sido como haiga sido —como admitió en su caso Felipe Calderón—, Peña Nieto es el presidente de la república y debemos exigirle el cumplimiento de los compromisos de campaña aun a sabiendas de que los candidatos dicen una cosa y hacen otra muy distinta.
En Veracruz no hemos visto obras federales importantes, no porque no haya dinero, sino acaso por ignotas razones de alta política. La reforma energética prácticamente está lista y sus bondades se verán dentro de por lo menos dos años, según el propio Peña Nieto.
El sexenio presidencial se aproxima a su primera mitad, mientras prosiguen en incontenible ascenso la inseguridad y el desempleo, no disminuye la corrupción entre servidores públicos y cunde el desánimo en la sociedad.
No es suficiente salir con soflamas oficiales y oficiosas de que vamos bien y que se equivocan los agoreros de la crisis. Demandamos acciones y respuestas creíbles y tangibles.
Bienvenido a estas tierras, presidente Enrique Peña Nieto, en usted están puestas las esperanzas de miles y miles de veracruzanos que no quisieran escucharle un: ¿Y yo por qué?, como en su momento espetó el inefable Vicente Fox.
Abra la llave de los recursos federales para Veracruz. Lo merecemos.
